Metal Inquisition» de Piledriver (1984, Shadow Kingdom Records)

Si estos argumentos lanzados entre exclamaciones a modo de reclamo, tal y como se estilaba en los carteles de las películas de ciencia ficción de los años 50, no te convencen para acompañarnos en un repaso a la historia de un disco tan polémico y fascinante como el Metal Inquisition de Piledriver, déjame que pruebe a despertar tu curiosidad diciéndote que este crudo y afilado trabajo fue concebido por una pareja de compositores pop con nula experiencia previa en Heavy Metal y que nunca existió una verdadera banda detrás del proyecto…. ¿Te animas a seguir leyendo? Pues entonces, coge el Delorean, súbete a la Tardis o móntate en la máquina del tiempo de Pepe Pótamo, que como se decía en Alicia En El País De Las Maravillas,
Estamos en 1984; el Heavy Metal es un fenómeno mundial, y eso es un hecho incontestable: al melón abierto el año anterior por Quiet Riot y su número 1 en la lista de Billboard con Metal Health y a los millones de ejemplares vendidos del Pyromania de Def Leppard, hay que sumarles las apabullantes ventas y triunfos de grupos como Scorpions que estaban reventándolo todo con su álbum Love At First Sting; el éxito de Van Halen y su innovador trabajo 1984; los logros de Twisted Sister dando color y caña a las obtusas mentes conservadoras de su país gracias a Stay Hungry; la consagración de Metallica con esa bomba titulada Ride The Lightning o el mandato de Iron Maiden, posicionados como la banda más grande del género y embarcándose con el fenomenal Powerslave en la quizá más mítica gira de la historia. Junto a estos titanes y aportando unas cifras menos impactantes, pero para nada desdeñables, nombres como Dokken, Ratt o W.A.S.P. entre muchos otros, contribuyeron a romper esquemas, récords, tímpanos y cristales en favor de un estilo artístico acostumbrado a moverse en unos parámetros bastante más modestos en cuanto al aprecio del público general.
Una vez fijado el marco temporal, vamos a proseguir nuestro relato trasladándonos a Canadá; allí en el Gran Norte Blanco, Zoran Busic, un ejecutivo discográfico del sello Cobra Records que no era ajeno a los datos expuestos en el párrafo anterior, realizó un análisis del mercado y haciendo números, llegó a la conclusión de que cualquier disco de un grupo heavy «X» que presentase una portada llamativa y un logo con letras picudas molón, vendía aproximadamente y sin despeinarse la melena, la notable cantidad de unas 20000 copias más o menos, sin importar que tipo de música se encontrase en su interior, ya que los metalheads, en nuestra ansia por nuevas dosis de acero, lo ibamos a pillar sin dudarlo ni un segundo.

Este calculador y codicioso argumento, fue la base del género conocido como Metalploitation, por el cual compañías sin escrúpulos, tales como la antes mencionada Cobra Records en Canadá o Metal Enterprises en Alemania, se dedicaron a engañar a los fans editando LP’s de bandas inventadas para la ocasión, constituidas por miembros con nombres falsos, cuyos verdaderos artífices eran músicos de estudio que normalmente se metían en el ajo para saldar deudas que hubiesen contraído con la discográfica, o en otros casos, se trataba de intérpretes novatos que realizaban el encargo por el módico precio de cuatro o cero duros, a cambio de ganar experiencia en el estudio de grabación; todo ello con el objetivo de poner el disco en la calle manteniendo unos costes mínimos y hacer así dinero fácil.
Volveremos más adelante a este punto, pero ahora, sin movernos de Canadá, vamos a dar al botón de Rewind y rebobinaremos unos años atrás para conocer a los otros protagonistas principales de esta historia: Gordon Gord Kirchin, nacido en Montreal en 1961, heredó el amor por la música a través de su padre, militar de profesión y jefe de la banda de tambores y cornetas de la Marina Real Canadiense. Éste no tardaría en fomentar la afición de su retoño, regalándole una batería Ludwig a muy temprana edad y posteriormente inundando el buzón con todo tipo de álbumes, maxis y promos que enviaba a casa cuando estaba sirviendo en el extranjero, siendo los discos de los Beatles los predilectos del joven Gord, que según iba creciendo, ampliaba horizontes tanto instrumentales; haciendo sus pinitos con el piano, la guitarra y el bajo, así como los musicales; desarrollando un gusto por el material más duro desde el día que puso la aguja sobre los surcos del Very ‘eavy… Very ‘umble de Uriah Heep y la escucha de su introductoria Gypsy le voló la cabeza, iniciándole en el camino de convertirse en un verdadero fanático de Alice Cooper. Su admiración por Mr. Fournier le acarrearía algún que otro problemilla con su adusto padre, quien no dudaba en sacudir una buena tunda a su vástago cada vez que le pillaba delante del espejo con los ojos pintados al estilo patas de araña y una toalla enrollada al cuello, a modo de serpiente, a imagen y semejanza de su ídolo.
Cada vez más convencido de que su futuro estaba ubicado en la industria del entretenimiento, Gord fue pasando de las típicas bandas de instituto a los grupos de versiones, hasta que a los 21 años, desempeñaba las labores de bajista en Mainstream, una de las agrupaciones más populares del circuito de bares de Ottawa, en la que eventualmente, también se encargaba de las voces en los covers de temas más «duros».
Mainstream estaban liderados por Leslie Howe, un guitarrista dotado de una gran habilidad para adaptarse a distintos estilos musicales, y su mujer, la vocalista y teclista Louise Reny. Gord permanecería en la banda durante el período de un año, hasta que le surgió la oportunidad de grabar un disco con sus paisanos Fist (no confundir con el grupo de la N.W.O.B.H.M. de mismo nombre), sin que ello supusiera ningún problema con el dúo fundador, con los que siguió manteniendo una buena relación tras su marcha. Los gustos musicales del matrimonio, se orientaban hacia el pop de corte más comercial (siendo asi, muy acertado lo de llamarte Mainstream, me gustaría apuntar), y una vez que comenzaron a escribir temas propios y a registrarlos en demos en el estudio casero de Howe, se dieron cuenta de que el caliz techno-pop bailable que estaban adquiriendo sus composiciones, nada tenía que ver con la dirección musical de Mainstream, por lo que decidieron dar carpetazo a la banda, y probar suerte por ellos mismos en el negocio.
Y en este instante, es cuando volvemos a conectar al momento en el nos quedamos antes de hacer las presentaciones: La pareja le muestra a Zoran Busic su proyecto pop, denominado One To One, en busca de obtener un contrato. Busic, aunque no duda de la calidad de la maqueta en cuestión, como viejo zorro de los negocios que es, intenta sacar tajada mediante un acuerdo cuyo desarrollo, haciendo un ejercicio de imaginación, podemos pensar que fue más o menos así :
– «Muy bien, parejita… Vuestra demo me encanta. Ya me parece estar oyendo vuestros temas en las FM’s a todas horas, pero… ¿sabéis qué? Vivimos tiempos extraños, y en estos días, lo que realmente da pasta de una manera fácil y rápida, es el Heavy… Leslie, muchacho ¿puedo llamarte Les? Te voy a contar la estrategia que tiene en mente la compañía: A través de la subdivisión del sello especializada en Heavy Metal, nos vamos a inventar unos grupos «fantasma»; los perfilaremos de tal forma que los aficionados se van a volver locos con ellos; les vamos a dar un envoltorio apropiado y los venderemos como si fueran reales, aunque en realidad, van a ser meros trabajos de estudio realizados por músicos anónimos… Les, amigo mío, no lo veas como un engaño o un timo, aquí en realidad, todos ganan: los chavales tienen nuevas bandas a las que escuchar y la discográfica obtiene rentabilidad, ¿no te parece…? Les, me consta que eres un guitarrista y compositor muy solvente, y si tú y tu chica os curráseis un disco heavy, eso nos beneficiaría a todos, y podría allanar el camino hacia vuestro contrato con la compañía…. Ya sabes, tú me rascas la espalda a mí y yo te la rasco a ti…» (guiño, guiño y codazo).
El dúo no se lo piensa en demasía y acepta la «proposición indecente» del ejecutivo. Ambos se ponen inmediatamente manos a la obra; Leslie ocupándose de la parte musical y Louise de las letras. Busic proporciona al guitarrista una serie de discos con el objetivo de que éste pueda hacerse una idea de la directriz a seguir en el sonido general del álbum. De dicha pila de vinilos, Leslie se centra principalmente en el material de Slayer y Venom para inspirarse en la concepción de los 7 temas que conformarán Metal Inquisition, y en cuestión de poco tiempo, el trabajo está totalmente grabado en su parte instrumental, ocupándose Howe de tocar todas las guitarras y bajos, además de la programación de la batería. A falta de añadir la voz solista a la mezcla final, Leslie se acuerda de Gord, su antiguo compañero de grupo, pensando que encajaría como un guante en el proyecto, y se las apaña para localizarlo y ofrecerle el puesto.
Gord se encontraba girando con Brian Greenway de April Wine, cuando recibe la llamada de Howe; éste le explica que ha grabado un disco super heavy del que no habrá una banda y que sería el vocalista perfecto para registrarlo. Dado que la ocasión de ir al estudio con el grupo Fist se fue al garete, Gord no duda en aceptar esta invitación; tiene 23 años y aunque no sea de la manera más habitual, le están brindando la oportunidad de grabar su primer disco y puede que también la llave para darse a conocer y llevarle a otros proyectos más serios, por lo que en cuanto termina su compromiso con Greenway a mediados de agosto de 1984, parte a Ottawa para firmar el contrato y registrar sus partes vocales.
Una vez allí, en la cena organizada por Zoran Busic, en la que participan él mismo, Louise, Leslie y Gord, se determina que Cobra Records ha decidido que el grupo se llamará Piledriver (Martillo Pilón, traducido al castellano), tomando el nombre de su vocalista, al que quieren dar una imagen misteriosa. Tenemos que tener en cuenta que nos encontramos en el momento en que Kiss acababan de dejar su maquillaje, por lo que según piensa la compañía, alguien nuevo, del que no se conoce su identidad, podría ocupar el hueco dejado por la banda americana y arrastrar una buena parte de sus fans, atraídos por lo enigmático de su propuesta. Gord garabatea en una servilleta un esquema de como podría ser este personaje, imaginándolo excesivo, portando un atuendo de cuero inspirado en la parafernalia S/M, cargado de remaches y tachuelas y con una máscara coronada por clavos, idea que fue celebrada por los presentes. Todo parecía ir viento en popa, el proyecto iba tomando forma, pero lo que no se podía imaginar el bueno e inexperto de Gord, era que el contrato que Busic le estaba apremiando a firmar, era en realidad un fraude; una estafa en toda regla en la que los royalties y beneficios que unas cláusulas le otorgaban, la letra pequeña se los retiraba, y el cheque que reposaba en la mesa, extendido por valor de 250 $, era lo único que iba a sacar en limpio de ese LP.
Las sesiones de grabación de las voces del disco se realizaron en los 2 días siguientes. Ignorante a los tejemanejes del directivo, en el estudio casero de Leslie, Gord babeaba ante los temas que su viejo colega de grupo había confeccionado. ¡No estaba nada mal para un guitarrista de pop-rock! Howe se había estudiado bien la lección: sus composiciones rezumaban metal por los 4 costados y eran de una calidad imponente. Por otro lado, los textos que Louise se sacó de la manga, resultaban ser de una naturaleza cómica tan genial como exagerada.
Terminada su aportación, Gord regresa a casa y poco tiempo después, encuentra en el buzón una copia del trabajo remitida por la compañía. Cuál no sería su sorpresa al contemplar que el tío que estaba perforando con una Flying V el cráneo del que suponemos es un poser y llevando el traje que había ideado en la imagen de la portada del disco, no era él. Al parecer, no hubo tiempo para organizar una sesión de fotos cuando Gord estuvo en Ottawa y Zoran Busic decidió pillar a un maromo random, encasquetarle el outfit de Piledriver y realizar con él la cubierta del LP (a Milli Vanilli les gusta esto ). Otro desengaño más, y no sería el último, ya que antes de que Gord descubriese que le habían chuleado la pasta, el codicioso directivo consiguió que por el mismo coste de 250 $ más los imaginarios royalties, le grabase otro álbum de Metalploitation denominado Go Ahead… Make My Day! bajo el nombre de Convict. En esta ocasión, un tal Conrad Taylor tocaría todos los instrumentos y Terry the Con Browning sería el apelativo otorgado al cantante canadiense.
Centrándonos en Metal Inquisition, mi opinión es que es una auténtica golosina de Heavy/Speed Metal altamente disfrutable. La música suena como si se hubiese grabado con una puta motosierra en vez de guitarras y no se puede desmentir quien es la principal influencia de Gord como vocalista, porque canta como un Alice Cooper encabronado y que se ha pinchado esteroides en las cuerdas vocales. Las letras tratan los tópicos presentes en cualquier disco de Heavy Metal al uso, es decir, sexo, muerte, Satán, etc, pero caricaturizados a la enésima potencia y cargados de humor grueso y bizarro.
Como ya sabemos, el line-up que figuraba en la contraportada era más falso que los dientes de mi abuela, siendo solamente Gord Kirchin acreditado como Piledriver y Leslie Howe, bajo el seudónimo del guitarrista Bud Slaker, los únicos intérpretes reales de la obra. Sal Gibson (bajista) fue el nombre que le dieron a Louise Reny, Knuckles Akimbo a la otra guitarra, nunca existió y la caja de ritmos E-MU SP12 con la que se grabó el álbum, sería conocida para el resto del mundo como el batería Former Lee.
Con un comienzo que siempre me ha recordado ligeramente al de «Dynamite» de Scorpions, el himno «Metal Inquisition» abre fuego con un riff pateaculos que te hará recordar porque juraste fidelidad a este movimiento. La agresiva voz de Gord te advierte que si no eres un/a genuino/a metalhead, la implacable Inquisición del Metal, te buscará y te obsequiará con un corte de pelo nuevo (a la altura de los hombros) mediante el uso de la guillotina. Mitiquísimo el efecto presente en los estribillos, con el sonido de la hoja descendiendo y posterior caída de la chola en el cesto.
¿Puede haber algo más Metal que una posesión diabólica? Pues sin duda que el demonio te posea, pero de forma carnal. Sex with Satan no deja mucho a la imaginación de lo que te vas a encontrar en esta pista; Howe punteando con la McCulloch directamente enchufada a la mesa de mezclas, pone la BSO a una sesión de guarreridas españolas con El Maligno a base de Speed Metal. La estrofa que reza (con perdón) «Sexo con Satán : Excomunión» me parece genial.
Sodomize the Dead: otro título con la sutilidad de un yunque cayendo desde un décimo piso. 2 minutos de trituradora sónica cuya letra se reduce a estas 3 palabras repetidas varias veces a lo largo del tema y que supone una de las pocas aportaciones de Gord a los textos, ya que en un principio, no se tenía claro a quién se iba a sodomizar, barajándose varias opciones, entre ellas a tu perro, al cura o a tu mamá, hasta que de su boca surgieron las palabras The Dead y se hizo la magia.
Cerrando la cara A, tenemos Witch Hunt,que narra la persecución, juicio inquisitorial y posterior quema en la hoguera de una bruja. Musicalmente supone una notable bajada de revoluciones respecto a la tónica general del álbum. Siempre me ha dado la impresión de que con una letra tipo «cock rocker» y con la cadencia tan marcada que tiene, podría estar perfectamente incluída en un disco de Ratt, sin que desentonase para nada.
A ritmo frenético se inaugura la cara B con Pile Driver.La batería programada aporrea sin piedad emulando a un martillo pilón en el poderoso tema homónimo. Gord, aún sin ser un voceras excepcional, está que se sale a lo largo de todo el disco expulsando vitriolo por esa áspera garganta suya y casualmente también en esta canción, el exceso de aire de su tracto digestivo superior en un regüeldo, que ni el mismo Barney Gumble de Los Simpsons mejoraría.
La vacilona y menos acelerada Human Sacrifice nos describe con todo lujo de detalles las tribulaciones, olores corporales, resacas y náuseas de un tipo hecho chopped tras tirarse varios dias de fiesta. De estructura cíclica y bajo preponderante, sin ser un mal tema, para mi gusto es la canción flojita del lote.
Echando el telón al álbum, una introducción hablada al más puro estilo de un capítulo de la serie The Outer Limits, es el preámbulo para que comience a sonar a todo rabo Alien Rape; una extensa epopeya trepidante, que cuenta como La Tierra es invadida por un ejército de alienígenas deformes, malvados y cachondos, cuyo objetivo es fornicar y aniquilar a la humanidad, por este orden. Por su velocidad y temática, todavía no me explico a que está esperando John Cyriis de Agent Steel para versionearla…
Al tiempo de publicar el trabajo, Zoran Busic no se podía creer lo que estaba ocurriendo: ¡las ventas de Metal Inquisition no hacían más que aumentar! Lo que iba a ser un simple proyecto para llevarse un dinerito rápido, se había convertido en algo notorio y realmente grande (de hecho, se alcanzó la barbaridad de 250000 copias vendidas en 1985). Con el símbolo del dólar en los ojos, como en los dibujos animados, Busic vuelve a contactar con Leslie y Gord para hacer un nuevo álbum, pero el guitarrista, que también había sido tangado por el usurero discográfico, no quiere saber nada y se desentiende del asunto. Sin embargo, no le cuesta mucho convencer al cantante, comiéndole la oreja diciéndole que va a ser famoso, organizándole entrevistas (ya siendo realmente él quien porte la vestimenta de Piledriver) y prometiéndole el oro y el moro. Pero esa historia que cristalizó en el álbum de 1986 denominado Stay Ugly y que tuvo a David DeFeis y Edward Pursino de Virgin Steele como autores en la sombra, mejor ya te la cuento otro día…
Podríamos también ahondar en cuestiones que dependiendo del prisma bajo el que se mire este trabajo, no escapan a la controversia, como su cuestionable ética, sabiendo que en origen era un subproducto destinado unicamente a sacarnos los cuartos o si en realidad, está concebido como una parodia del Heavy Metal y otras divagaciones varias; pero en lo que a mí respecta, prefiero aprovechar el buen material presente entre sus surcos y gozarlo moviendo la peluca, sin darle más vueltas al asunto.
Y hasta aquí llega este repaso; recuerda que la Inquisición del Metal anda suelta en las calles, así que no olvides supervitaminarte, mineralizarte y sobre todo metalizarte, porque como el mismísimo Piley te avisa una vez más:
«And if you’re not a metalhead you might as well be dead. We’re the Metal Inquisition… We sentence you to death… By Guillotine!»
Juan García.