El enigma de otro mundo: Cuatro décadas de «La Cosa», la obra maestra de John Carpenter (The Thing, 1982)

El increíble Howard Winchester Hawks, uno de los cineastas americanos más versátiles del Viejo Hollywood que se enfrentó al convencionalismo del cine hollywoodiense en su momento álgido, firmó algunos de los western más importantes del género como son Río Bravo, Río Lobo o El Dorado, todas ellas con el reputado John Wayne como protagonista indiscutible. Suya es la primera Scarface, conocida en España como El terror del hampa, cinta de culto que con el paso de los años serviría como base para el mítico filme de Brian De Palma estrenado en 1983.
Christian Nyby había trabajado en varias ocasiones con Hawks como montador, desde el estreno de Tener o No Tener de 1944, y debido a su amistad con el director de Indiana se le propuso la tarea de adaptar a la gran pantalla una novela corta del escritor John W. Campbell titulada ¿Quién Anda Ahí? en la que un equipo científico viaja a la Antártida y descubre una nave congelada en el hielo que es destruida por accidente provocando que el único tripulante de dicha nave despierte muy cabreado.
La cinta de Nyby contiene todos los elementos del western que caracteriza el cine de Hawks, es por ello que la película El Enigma de Otro Mundo se considera obra de Hawks pese a que éste no fuese acreditado como director. Sin embargo, el propio Nyby confirmó en su momento que la película fue dirigida de forma íntegra por Hawks, aunque el argumento distaba muchísimo de la novela corta de Campbell.

La Cosa: Del papel a la gran pantalla
El jovencísimo John Howard Carpenter es un fanático empedernido del cine de Howard Hawks, llegando incluso a ofrecer una masterclass sobre el director de Indiana en el British Film Institute en 1997 analizando la obra del cineasta en su totalidad. Asimismo, el maestro del terror que en 1978 nos sorprendía con una soberbia La Noche de Halloween en la que introducía por primera vez al personaje de Michael Myers, ya había dejado constancia de su veneración por el trabajo de Hawks en forma de guiño. Carpenter aprovechó la noche de Halloween para insertar un fragmento de El Enigma de Otro Mundo en el televisor de Tommy Doyle, el muchacho al que Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) está cuidando, tan solo cuatro años de dirigir su propia versión de la cinta.
Así fue como Universal Pictures le ofreció a Carpenter realizar una nueva adaptación del clásico de Nyby y Hawks en 1981, a lo que el director accedió optando por adaptar el material original de Campbell en lugar de revisar el material de la cinta de 1951 que se alejaba considerablemente de la novela original. Carpenter decide contar con Bill Lancaster, hijo del actor Burt Lancaster, para que se encargue del guión de La Cosa tomando como referencia la novela de Campbell, resaltando en especial el sentimiento de paranoia que desarrollan los personajes de la cinta en un entorno aislado por completo de la civilización en constante contacto con un ser que es capaz de mutar y convertirse en todo lo que toca.
La idea principal de Carpenter era la de no mostrar a la cosa como un elemento más de la cinta, dejando que el propio espectador se sintiese parte del propio elenco al no saber en ningún momento quién podría ser el próximo objetivo del extraterrestre. Para ello se toma como referencia los hechos acontecidos en la base noruega en la que La Cosa despertó, a modo de secuela del clásico de Nyby, pero con ciertos cambios significativos que conectan con la adaptación de Carpenter. En esta nueva versión se elimina la destrucción de la nave y es el propio equipo de la Avanzada 31, Outpost 31 en la versión original, quienes descubren que los noruegos fueron quienes descubren la nave en el hielo y los que se hacen con el especimen congelado que había en dicha nave.
El hombre es el lugar más cálido para esconderse
La cinta arranca situando al espectador en los vastos parajes de la Antártida, aislándonos por completo de la civilización y transportándonos a la base americana en la que sus doce habitantes se topan de lleno con la cosa. Desde el primer momento se nos muestra al extraterrestre siendo perseguido por dos supervivientes noruegos que han seguido la pista del monstruo durante varios kilómetros, representado en forma de malamute de Alaska. Con la apariencia de un amigable y cariñoso perro, Carpenter nos invita a formar parte de esta loca historia sin conocer absolutamente nada de lo que está pasando hasta que un nihilista MacReady, interpretado por el fuera de serie Kurt Russell, decide acompañar al Doctor Copper y al jefe Garry a la estación noruega.
A partir del momento en que Mac, Copper y Garry regresan con el cuerpo de un noruego totalmente desfigurado es cuando todo se vuelve paranoico y desolador. Desde la primera aparición de la cosa en la perrera, con una devastadora escena cuyos efectos especiales están meticulosamente calculados por un soberbio Stan Winston, la cosa va mutando en todo momento haciéndose pasar por varios de los miembros de la avanzadilla americana en una vorágine de sangre y vísceras de todo tipo en la que carne, huesos y fluidos se entremezclan para ofrecernos el más auténtico museo de los horrores extraído de la mente de Rob Bottin y Albert Whitlock, encargados de los efectos especiales de toda la cinta.
Pese a la posibilidad de eliminar al sujeto que se convierte en la cosa, uno de los factores que más influyen en el espectador es el desconcierto que causa que un elemento ajeno pueda transformarse por completo en otro miembro de la tripulación y hacerse pasar por él como si de un humano se tratase, ahí es donde se pone de manifiesto la sensación de soledad y la constante paranoia que corroe a los protagonistas y les lleva a tomar decisiones precipitadas o, en cierto momento, les lleva a perder el juicio.
En el blanco: Perdidos en la Antártida
Carpenter juega todas sus cartas ubicando toda la acción en un único escenario, con la base noruega como ejemplo aislado de un escenario que solo sirve como nexo entre el primer contacto con la cosa y todo lo que ocurre a la vuelta. Todo esto hace que, al igual que la Nostromo en Alien o la cabaña abandonada en Posesión Infernal por mencionar dos ejemplos concretos, el propio espectador se sienta partícipe de la propia aventura en un paraje aislado en el que todo puede ocurrir y del que no hay escapatoria.

La música de Ennio Morricone, en este caso muy alejada de lo que el compositor italiano estaba acostumbrado a hacer hasta entonces, logra recrear la sensación de soledad como si de un propio protagonista se tratase. Con los elementos mínimos consigue generar una atmósfera opresiva en la que la sensación de alerta se hace patente con cada minuto de metraje y que acompaña a la perfección a la obra de Carpenter. Gran parte de los descartes de Morricone se utilizaron más tarde en otro western que conecta de muchas formas con La Cosa en Los Odiosos Ocho de Quentin Tarantino, donde el cineasta de Tennessee rinde homenaje a una de sus mayores influencias.
La Cosa es el magnífico ejemplo de cómo Carpenter logra llevarse a su terreno una historia cuyos elementos han estado ahí en todo momento. Si bien Tobe Hopper ya había sido capaz de reinventar una historia en la que sus protagonistas están a merced del horror constante que los persigue en la maravillosa La Matanza de Texas (1974), así como Wes Craven haría lo propio en la demoledora Las Colinas tienen Ojos (1976) o Ridley Scott en Alien (1979), Carpenter lograría el mismo objetivo con la icónica La Noche de Halloween (1978) para perfeccionar dicho arte en La Cosa (1982), dando como resultado un auténtico portento de terror que combina la ciencia ficción con elegancia y sutileza, aunque todo ello aderezado con una buena dosis del gore más brutal que fue duramente criticado por una audiencia y una crítica que pareció abandonar al engendro de Carpenter en pro del amigable y entrañable alienígena que Steven Spielberg nos presentó semanas más tardes del estreno de La Cosa en E.T., El Extraterrestre.

El elenco de La Cosa es otro de los puntos álgidos de la cinta, encabezado por un fuera de serie como Kurt Russell como eje central de la acción. Algunos de los más destacados son Keith David como Childs, que volvería a trabajar con Carpenter en Están Vivos (1988), Wilford Brimley como el Doctor Blair, Thomas Waites como Windows o Richard Dysart como el Doctor Copper. Mención aparte al excepcional Peter Maloney como George Bennings y a Richard Masur como Clark, cuyo desarrollo a lo largo de la cinta está muy bien llevado. El resto de reparto está completado por David Clennon como Palmer, T.K. Carter como Nauls, Joel Polis en el papel de Fuchs, Donald Moffat como Garry y Charles Hallahan como Vance Norris.
Por suerte, el tiempo ha logrado poner La Cosa en su lugar y su legión de adeptos ha crecido con el paso de los años hasta alcanzar el merecidísimo título de obra de culto. Se ha referenciado en multitud de ocasiones, se ha expandido su universo con el lanzamiento de cómics y juegos de mesa, e incluso se llegó a estrenar una secuela en 2011 con la que comparte título que, por desgracia, no llegaría a la suela del zapato a este portento que es La Cosa. Espero que Carpenter hubiese hecho referencia a la última frase del film cuando se estrenó la película: «¿Por qué no esperamos aquí un rato a ver lo que ocurre?«. Tan solo han tenido que pasar cuatro décadas para que La Cosa sea considerada una de las mejores cintas de terror de todos los tiempos.
Aquí R. J. MacReady, piloto de helicóptero, puesto número 31.